Los picornavirus son una familia muy amplia y variada de virus capaces de infectar animales y causarles enfermedades respiratorias y del tracto digestivo. Mediante la utilización de tecnologías como la secuenciación de material genético, se ha llegado a detectar su presencia también en aves silvestres aparentemente sanas. Se estima que este podría ser el caso de los pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) que habitan en isla Magdalena, una de las pingüineras más importantes al sur de Chile.
El descubrimiento de estos cuatro nuevos picornavirus denominados Sphenimaju, Sphenifaro, Sphenilena y Sphenigellan fue efectuado por investigadoras de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas en colaboración con el Instituto Antártico Chileno (INACH) y descrito en un artículo para la revista científica Virology. “Descubrimos cuatro picornavirus en los pingüinos de Magallanes y son bastante comunes, ya que se encuentran en el 20 % de las muestras analizadas”, afirma Maja Malmberg de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas y coautora del texto, quien agrega que en base a su alta prevalencia es muy probable que estos pingüinos sean reservorios de estos picornavirus.
Todas las muestras fueron tomadas de pingüinos que evidenciaban un buen estado de salud. “Fue una búsqueda constante de pingüinos haciendo lo que en ese momento denominamos como ‘la movida’ y que se asemeja al famoso moonwalk (caminata lunar)de Michael Jackson”, describe el investigador de INACH, el biotecnólogo Alejandro Font, explicando de una forma sencilla cómo defecan para no ensuciar su nido, pues sus deposiciones son de una consistencia líquida y de un tono verdoso.
Este excremento es de interés porque parte importante de los virus infecciosos son transmitidos por la ruta oral-fecal, por ejemplo, el de la influenza A, que es de preocupación mundial por los efectos que genera en las aves de criadero y en las salvajes. “Entonces, lo que buscamos en este caso es ver la presencia de virus que puedan ser de fácil transmisión en colonias como las de pingüinos”, señala Font.
“El haber encontrado estos nuevos géneros de virus del tipo picornavirus demuestra lo poco estudiado que está el viroma de esta especie de pingüino, que resulta una especie icónica para la región”, afirma el Dr. Marcelo González, jefe del Departamento Científico del INACH y coautor del estudio.
Para Font, el hecho de descubrir virus nuevos no es algo inesperado, ya que según estimaciones de la comunidad científica, el porcentaje de virus que se conocen actualmente es cercana al uno por ciento. “Por lo que no es de extrañarse que al utilizar técnicas como la metagenómica o la metatranscriptómica, se encuentren varias secuencias virales novedosas”, aseveró.
También hay que tener en consideración que hace algún tiempo la familia de picornavirus se atribuía principalmente a virus causantes de enfermedades. “Pero ahora nos damos cuenta de que esta familia es más grande y diversa de lo que se esperaba. Si a esto se le suma el hecho de que un porcentaje de individuos estaba coinfectado con más de un virus, se empieza a ver un potencial en los pingüinos como un reservorio viral bastante grande”, comenta Font.
Una nueva preocupación
Con este estudio salen a la luz nuevas interrogantes, como visualizar la transmisión de virus entre especies de pingüinos, aves e incluso otros animales del ecosistema. De momento, aún no es posible determinar con claridad esta posibilidad: “La evidencia de la conectividad de las especies y poblaciones de pingüinos como hospedadores de virus es escasa, pero, los estudios de ortho y metaavulavirus proporcionan algunas pistas: hemos visto la detección repetida de orthoavulavirus aviar 17, 18 y 19 en tres especies de pingüinos antárticos y en varias colonias a lo largo de la península Antártica, también la detección del metaavulavirus aviar 10 en pingüinos de penacho amarillo de las islas Falklands [Malvinas] y recientemente en pingüinos antárticos. Estos datos sugieren que existe la capacidad de que los virus se compartan entre múltiples especies y ubicaciones de pingüinos”, explica Maja Malmberg.
Sin embargo, los científicos concuerdan en que debe mantenerse el muestreo y la vigilancia no solo de otras poblaciones de pingüinos de Magallanes sino también en otras especies de aves migratorias. “Creo que deberíamos entender que los virus son importantes de identificar y monitorear en poblaciones de aves y en lugares del continente que tienen un alto flujo de aves migratorias como, por ejemplo, bahía Lomas en Tierra del Fuego. Nos preocupa también que virus como el SARS-Cov-2 puedan traspasarse desde el hombre a poblaciones de aves como pingüinos, petreles o invertebrados marinos en Patagonia y en la Antártica por un mecanismo de zoonosis reversa”, afirma el Dr. González.
Agrega el jefe científico de INACH que la actual pandemia pone en alerta respecto a monitorear la posible presencia del SARS-Cov-2 en el medioambiente en Magallanes y en Antártica a raíz del brote de Covid-19 del año pasado. “Es clave poder descartar la transferencia de este virus en poblaciones de organismos nativos producto del posible salto de este virus desde el ser humano a otras especies, aunque sea poco probable. Será muy importante en lugares donde existen colonias de pingüinos como en isla Magdalena o pingüineras en Antártica que sean visitadas por turistas, para lo cual hay que tener protocolos muy estrictos o evitar la interacción directa con estas especies”, dijo.
Colaboración internacional
Este estudio fue parte del proyecto europeo “Desarrollo de una red europeo-americana de secuenciación de nueva generación” (Developing an European American Next Generation Sequencing Network, DEANN) que consistió en un intercambio de investigadores de Europa y Latinoamérica con la idea de generar capacidades humanas de secuenciación, junto con análisis bioinformáticos. “Gracias a este proyecto investigadores del INACH pudieron visitar la Swedish University of Agricultural Sciences y especialmente conocer y aprender las tecnologías de secuenciación en el Science for Life Laboratory (SciLifeLab)”, comenta el Dr. González.
La institución polar dispuso además de los laboratorios y equipos que tiene en Punta Arenas. “Nos permite albergar grupos de investigadores que con cortas estadías pueden procesar y analizar muestras que luego generan información relevante y que puede ser publicada en revistas de corriente principal como es Virology. Además, en el marco de este proyecto fue posible trabajar con dos investigadoras suecas”, puntualiza.
En el artículo “Cuatro nuevos picornavirus detectados en pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) en Chile” colaboraron Juliette Hayer y Maja Malmberg de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas; Michelle Wille de la Universidad de Sydney y Universidad de Melbourne; Alejandro Font y Marcelo González del INACH y Helene Norden de la Universidad de Gotemburgo. Los investigadores también agradecen a Conaf Magallanes por el transporte y alojamiento en la isla Magdalena.
El INACH es un organismo técnico dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos y tiene entre sus misiones el incentivar el desarrollo de la investigación científica, tecnológica y de innovación en la Antártica, el fortalecimiento de Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y promover el conocimiento de las materias antárticas a la ciudadanía.