En el marco del último femicidio frustrado en Punta Arenas, en el cual una mujer quien anteriormente ya había interpuesto denuncias contra su expareja por sus constantes amenazas y agresiones, y otros que ya suman cuatro este año; ante la incesante violencia machista que nos sigue matando:
Nos congregamos para exigir justicia para todas las mujeres que han sido violentadas de manera brutal con la complicidad de una justicia patriarcal e indolente que las ha dejado en el más completo abandono sin haber otorgado justicia efectiva para proteger sus vidas. Nos produce rabia y dolor ver que todos los poderes del Estado, en su ineficiente acción, han dejado a las mujeres desprovistas de protección y garantías a su derecho a vivir una vida libre de violencias, y muy por el contrario, dejando en impunidad a nuestros agresores por no considerar a quienes agreden mujeres como “un peligro para la sociedad”, confinando la tarea de protección, prevención y erradicación de las violencias casi de forma exclusiva a la sociedad civil y organizaciones feministas. Y mientras, en donde debería ser su lugar de máxima seguridad, en sus propias casas, a nuestras compañeras las siguen matando.
Las mujeres, niñas, y disidencias a lo largo de todo Chile, venimos demandando hace mucho tiempo una Ley Integral que nos garantice vivir seguras, sin el temor a salir a la calle y ser violentadas o al que nuestro agresor cumpla su amenaza y acabe con nuestra vida, y a que nuestro asesino goce de libertad, avalado por los tribunales de justicia, con su torcida retórica de que “no había intención femicida”. Jueces y Estado ejercen y perpetúan violencia estructural hacia nosotras, y son la más viva expresión de una sociedad machista, cuando en sus alegatos se nos juzga a nosotras por nuestras acciones, antes que a quien nos agrede y violenta. Nos han dicho históricamente que la culpa es nuestra porque denunciamos tarde, porque callamos con dolor haber sido violadas, porque no entregamos pruebas del abuso, y hasta cuando nos suicidamos.
Nos causa vergüenza, además, que un defensor diga que nuestras lesiones son leves, o que nos retractamos, sin comprender cómo funciona el fenómeno de la violencia, el daño psicológico acumulativo que nos han generado años de maltrato, y el temor manifiesto que tenemos de que, quien dijo alguna vez amarnos, cumpla su amenaza y acabe con nuestras vidas.
Hoy, gritamos con la fuerza de todas nuestras hermanas ¡¡BASTA!! Exigimos que quienes se encuentren a cargo de la administración de justicia, ejerza su labor con perspectiva de género. Una capacitación anual de doce horas no es suficiente: requerimos que el enfoque de Género y de Derechos Humanos sea transversal en las mallas curriculares de quienes ejercen en todos los ámbitos de impartición de justicia; que la educación integral laica y no sexista sea universal en las escuelas e institutos de formación; que el Poder Judicial imparta mayores sanciones, y aplique medidas cautelares efectivas de prisión preventiva a quienes nos agreden, para que en Chile violentar a una mujer sea más grave que saltarse un torniquete; que se contemple garantías para no revictimizarnos, para salvaguardar nuestra identidad, y para que el cuestionamiento hacia nosotras no sea la primera reacción cuando vamos a denunciar.
Hoy es por ellas, por Elizabeth, por Karina, por Amanda, por Irma y tantas otras que nos han arrebatado, pero nosotras no las olvidaremos, no dejaremos que su causa sea una más, porque cuando agreden a una, nos agreden a todas. Y todas juntas haremos justicia por cada una de ellas. ¡¡Basta de violencia patriarcal!! ¡¡Basta de violencia por parte del Estado!! ¡¡Basta de Jueces al servicio del patriarcado!!
NUNCA MÁS TENDRÁN LA COMODIDAD DE NUESTRO SILENCIO
PORQUE NOS HAN QUITADO A TANTO, QUE NOS QUITARON HASTA EL MIEDO.