EN CONMEMORACIÓN DE PRIMERA MISA HACE 500 AÑOS: OBISPO ANUNCIÓ MANTENCIÓN DEL HOGAR DE CRISTO JUNTO A FIDE XII

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En la conmemoración de la primera misa hace 500 años en el puerto Las Sardinas, el obispo Bernardo Bastres anunció que junto a FIDE XII se mantendrá la administración del Hogar de Cristo.

HOMILIA DOMINGO XXXII ANUAL

CELEBRACIÓN 500 AÑOS PRIMERA MISA CELEBRADA EN MAGALLANES

Domingo, 8 de noviembre de 2020

Mt 25, 1 – 13

Estimadas hermanas y hermanos:

         Celebramos con toda la Iglesia este domingo treinta y dos, del tiempo anual. El cual siguiendo el Evangelio de Mateo, nos sitúa a Jesús en Jerusalén, donde ha tenido sus discusiones y confrontaciones con las autoridades religiosas de Israel. Hoy, hablándoles a sus discípulos sobre permanecer atentos a su llegada, les cuenta esta parábola de las diez doncellas, que esperan la llegada de su esposo. Cinco son necias y cinco son sensatas.

1.-     Nosotros en particular, nos encontramos celebrando esta Eucaristía a los pies del Estrecho de Magallanes para conmemorar el próximo miércoles 11 del presente la celebración de los quinientos años de la primera misa celebrada en territorio chileno.

         Por más de tres años, veníamos preparándonos espiritualmente para este gran acontecimiento. Colocamos en nuestros templos y capillas un pendón que contenía la imagen de esa primera Misa y dice: “El Evangelio y la Eucaristía en el corazón de Magallanes”. 1520 – 11 de Noviembre – 2020, Estrecho de todos los Santos.

         Luego, rezamos cada domingo y al inicio de las distintas reuniones la Oración que preparaba nuestro corazón a esta fiesta: “Oh Jesús, Pastor y Señor de nuestras vidas, desde los confines de la tierra, te saludamos en esta hora de la historia agradecidos por tus promesas cumplidas.

Festejamos hoy el designio de tu Providencia que hace 500 años, en frágiles naos, vio pasar por el confín de América y del orbe a un puñado de cristianos y misioneros.

La primavera de 1520 fue testigo de las primicias sacramentales de nuestra Iglesia, hasta el ñirre y el coirón se inclinarón reverentes ante tu presencia real y verdadera en la Hostia de la Eucaristía y los sacramentos de tu amor”.

2.-     Cuando menos lo esperábamos, el pasado mes de marzo se declaró de forma furiosa, la pandemia del coronavirus que nos afectó  a todos. Hemos sentido nuestra fragilidad y al mismo tiempo nos dimos cuenta que todos somos importantes y necesarios. El Papa Francisco, nos ha invitado a vivir este tiempo pensando que, “ninguno se salva solo”. Todos nos necesitamos y todos nos ayudamos.

Nuestra Región de Magallanes, como todo nuestro país, ha sufrido a causa de esta pandemia, nos hemos visto obligados a permanecer en nuestros hogares por más tiempo del que originalmente creíamos. Esto ha repercutido fuertemente en la situación económica de muchas familias, que han quedado sin trabajo, otras con grandes temores a perder su fuente de ingreso. Percibimos la precariedad de los migrantes y sus familias. La salud mental ha golpeado fuertemente, a nuestros adultos mayores. Han crecido las tensiones internas en nuestras familias, con episodios de violencia que nadie deseaba. Por otro lado, hemos sido testigos de la tremenda solidaridad que ha crecido en este tiempo, del esfuerzo por ir en ayuda del que lo necesita, nuestras comunidades cristianas se han multiplicado para llegar a tantos hogares con el pan de cada día.

 

3.-     Somos de alguna manera descendientes en la fe de aquellos hombres que en la expedición de Hernando de Magallanes, buscaban el paso entre los dos océanos, y que “el 21 del mes de octubre, hallándonos hacia los 52º latitud meridional, encontramos un estrecho que llamamos de las Once Mil Vírgenes, porque ese día les estaba consagrado”, relata entusiastamente Antonio Pigafetta, noble italiano que se dedicó a ser cronista de este histórico viaje y uno de los pocos «sobrevivientes«, que con su talento imaginativo y fiel a las hazañas de Fernando de Magallanes, anoto cada descubrimiento fielmente en su cuaderno.

         Mientras buscaban la salida del estrecho, desembarcaron en la Bahía de las sardinas, un 11 de Noviembre de 1520, para celebrar la Eucaristía teniendo como altar natural un monte de casi mil metros, el cerro Monte Cruz, según relata el P. Lorenzo Massa.

         El tesón y la férrea voluntad de Magallanes tuvieron su premio. Lo que descubrió fue efectivamente ese impresionante estrecho, que el mundo bautizó como el Estrecho de Magallanes. Y como señala Franco Brzovic González, “y para gloria de la Iglesia, nuestro hermoso país indiano, recién descubierto, bautizado dieciséis años más tarde por el adelantado Diego de Almagro, fue testigo de la primera celebración del santo sacrificio de la misa”.

Fue Fray Pedro de Valderrama, capellán de la expedición, confesor de Magallanes y de su tripulación, quién en suelo chileno realizó los sacramentos de la iniciación cristiana, dejando impregnada nuestra historia con la presencia Real de Cristo Eucaristía.

4.-     Hablamos de la “primera misa”, celebrada en San Julián Argentina y en la Bahía de las sardinas en Chile, sin embargo, sabemos que esos hombres que venían en la travesía, eran devotos católicos, que celebraban de forma cotidiana la misa, partieron al viaje con tres clérigos a bordo. Sin embargo, solo están documentas estas dos misas.

Nos podemos imaginar los sentimientos y el estado anímico de aquellos hombres que habían partido de España en septiembre de 1519 y que luego de muchos meses de travesía, aún no habían encontrado el paso interoceánico: hay dificultades propias del viaje en esas pequeñas y frágiles embarcaciones, sufren enfermedades, hay añoranza de estar lejos de los seres queridos, existen tensiones y diferencias entre ellos y ahora se encuentran al final de este canal, esperando a un grupo de ellos, que han ido en una nave, para ver si existe una salida, de lo contrario deberán regresar y todo ha sido un gran fracaso.

Mientras estaban esperando el resultado de aquella expedición, ven regresar esta nave, donde leemos la descripción que realiza Pigafetta: “Pero mientras estábamos en esta incertidumbre sobre su suerte, los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados, y cuando estuvieron más cerca tiraron bombardazos y prorrumpieron en exclamaciones de júbilo”, encontraron otro mar que llamaron pacifico. Era la alegría de haber sido escuchados por Dios y esto daba pleno éxito a todos su esfuerzo y navegación.

En este contexto celebran la primera Eucaristía; seguramente, sintiendo la gran necesidad de dar Gracias a Dios por tal descubrimiento, por otro lado necesitaban seguir colocando toda su vida en manos del Creador para seguir adelante. En su misión. Así nos sucede a nosotros, cada vez que asistimos a la Eucaristía, ante todo dando Gracias a Dios por todos sus beneficios, y llevando también nuestras penas y alegrías, con nuestros éxitos y fracasos, con el cariño y la preocupación de los nuestros, con enfermedades y salud. Y todo lo colocamos en el altar, para que el Señor lo transforme en vida y esperanza.

Es así, que con este viaje de Magallanes, se encontraron dos culturas, que entre encuentros y desencuentros nos define en el presente. Hemos reconocido que como Iglesia, no siempre fuimos fieles al Evangelio de Jesús, por ello hemos pedido perdón a los pueblos originarios, por el mal que les hemos causado y no haberlos respetado en su cultura.

El Papa Benedicto XVI, en Aparecida, Brasil dijo: que “el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano: no es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos humanos fundamentales… pero esto, no debe impedir reconocer con gratitud la admirable obra que ha llevado a cabo la gracia divina entre esas poblaciones a lo largo de estos siglos”.

5.-     Para los cristianos, la Eucaristía nos es solo la presencia Real de Cristo entre nosotros, sino es el alimento que nos fortalece y que nos invita a compartirlo con los hermanos. El gran milagro de la multiplicación de los panes de Jesús, fue que colocaron todo lo que tenían para ser repartido entre los que estaban presentes: cinco panes y dos peces. Jesús al ver esta solidaridad, lo multiplico y dio de alimento a más de cinco mil persona.

         También nosotros, queremos reconocer al Señor, presente entre los adultos mayores, son ellos los pobres y abandonados, incluso muchos de ellos no tienen voz en nuestra sociedad y se encuentran solos y enfermos, los queremos invitar a la mesa común de nuestras comunidades.

Nuestro signo para estos quinientos años, es simple y demandará como en su inicio, el compromiso toda la comunidad Diocesana, de las comunidades cristianas, los movimientos apostólicos, los colegios y distintas instituciones de la sociedad civil.

El 4 de Abril de 1987, con ocasión de la venida del Papa Juan Pablo II a Punta Arenas se le ofreció el regalo de la residencia Juan Pablo II, como un signo  que perpetuara su histórica visita y la mediación por la paz entre Chile y Argentina.

 

Estos días, ante el anuncio de su cierre, después de muchos diálogos, reuniones y laicos que han dado la pelea por esta residencia, les comunico que nuestra Iglesia Diocesana por medio de FIDE XII, rescatará la promesa que realizamos ante San Juan Pablo II de continuar y cuidar a nuestros adultos mayores que residen en la calle Balmaceda.

Si hoy tenemos la Eucaristía, es porque la Virgen María le ha dado a su Hijo Jesucristo la humanidad de Cuerpo y Sangre. Como dice San Agustín: “la carne de Cristo es la carne de María”. Santo Tomás, en uno de sus himnos Eucarísticos sostiene: “este Cuerpo nacido de un vientre generoso”.

A Ella como Madre y Auxilio de la Iglesia, encomendamos este tiempo, para que podamos vivir en nosotros y nuestras comunidades la experiencia Eucarística de partir y repartir nuestro pan con nuestros hermanos. Amén.