ayer, 27 de septiembre, es el día del Dirigente y Dirigenta Sindical. Esta fecha no es aleatoria, pues se conmemora el fallecimiento de Manuel Bustos, recordado dirigente sindical, cuyas circunstancias de vida y temporalidad ameritan tal reconocimiento.
Quienes hemos optado por la labor sindical lo hacemos con la convicción y compromiso personal de trabajar para tener mejores condiciones laborales para todos y todas quienes comparten un mismo espacio laboral con nosotros.
La labor sindical no está exenta de sacrificios personales y familiares, pues gran parte de la carga laboral se desarrolla en nuestros tiempos de descansos, lo que invisibiliza en muchas ocasiones el trabajo y esfuerzo que esta hermosa labor requiere; de modo que el trabajo sindical podría decir que es una labor que involucra a la familia del dirigente o dirigenta, pues gracias a la generosidad de nuestras familias (al permitir que les restemos tiempo a ellos), es que la gran mayoría de nosotros podemos abrazar la labor sindical.
Hoy el sindicalismo se enfrenta a muchos desafíos y cambios legislativos, tecnológicos y sociales, que exigen que las y los dirigentes deban estar constantemente formándose y adquiriendo competencias y habilidades que van más allá de lo simplemente laboral. En mi opinión, las y los dirigentes sindicales somos agentes de cambios y facilitadores de la paz social, a través del diálogo social, artífices de mejores y equitativas condiciones laborales a través de la negociación colectiva; suministramos insumos para que socias y socios puedan alcanzar su máximo potencial profesional, al articular beneficios y redes que les permitan alcanzar ese objetivo, en ocasiones somos ese hombro amigo en el que una socia o socio comparten sus anhelos, penas , dolores y esperanzas.
Karin Escárate Fica
Directora Sindicato de Trabajadores Profesionales
ENAP MAGALLANES