CHILE DEBE SER UN PAÍS DE HERMANOS DIJO OBISPO EN TRADICIONAL TE DEUM. REALIZÓ UN LLAMO A LOS POLÍTICOS A RECUPERAR LA CONFIANZA CIUDADANA

Síguenos y Comparte

Esta mañana se realizó el tradicional TE DEUM Ecuménico. A continuación un extracto de lo expresado por el Obispo Bernardo Bastres, en loa eucaristía por la patria y publicado en el AMIGO DE LA FAMILIA:  

Hemos vivido un tiempo, que nos ha golpeado en diversos sentidos, y que nos invita a reconocer la dignidad de cada persona; esto nos puede hacer renacer a todos a un deseo de hermandad. Nos invita a soñar un único país, en el que caminando juntos, como hijos de esta misma tierra que nos cobija, vivamos en una profunda hermandad.

Estos largos meses de pandemia, han sido una ocasión para experimentar también lo mejor de nosotros. Hemos visto multiplicarse, por todos lados, expresiones de acogida y solidaridad hacia aquellos que más han sufrido… La hermosa carta del Papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social, Fratelli Tutti nos acompaña en nuestra reflexión:

1. “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

Jesús habla de las dos dimensiones inseparables del amor para alcanzar la vida en plenitud: el amor a Dios y el amor al prójimo… En este aniversario patrio, la invitación que nos formula el Señor, es trabajar para que, en Chile, todos sus hijos e hijas tengamos plenitud de vida. La plenitud de la vida no es sólo el problema económico y social, sino que es todo aquello que manifiesta la riqueza del ser humano: lo espiritual, intelectual, el sentido ético, lo laboral, familiar, cultural, deportivo, en definitiva, el gozo de sabernos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

2. Jesús le preguntó a su vez: “Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?  En la nueva cultura que se está fraguando, una de sus debilidades, es desconocer su tradición, sus raíces, dejando paso a que le arrebaten el alma y pierda, junto con su fisonomía espiritual, su consistencia ética y, finalmente, su independencia ideológica, económica y política.

 

 

Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie únicamente la necesidad de satisfacer las propias necesidades en un exagerado individualismo.  Debemos trabajar por el concepto de “ciudadanía”, que “se basa en la igualdad de derechos y deberes bajo cuya protección todos disfrutan de la justicia. Por esta razón, es necesario comprometernos para establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas de sentirse aislado e inferior; prepara el terreno para la hostilidad y la discordia y quita los logros y los derechos religiosos y civiles de algunos ciudadanos al discriminarlos”.

3. El maestro de la Ley, queriendo justificarse, le volvió a preguntar: “¿Quién es mi prójimo?”. Entonces Jesús le dijo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó…” Estamos invitados a mirar el modelo del buen samaritano. Es un texto que nos invita a que resurja nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo entero, constructores de un nuevo vínculo social. Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que “la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”.

3.1 Para poder atender al que se encuentra al lado del camino, necesitamos recordar que aquellos que tenemos responsabilidades en la sociedad y de manera especial el mundo político, no debemos olvidar o menos valorar la dimensión ética de nuestra responsabilidad social.

3.2 Cuidar y fomentar nuestra “alma nacional”, es tarea de todos, no podemos renunciar a la fuerza de nuestra identidad cultural, de nuestras tradiciones republicanas, patrióticas y religiosas…
Es imperioso, que todos trabajemos para que nuestro país, cuyo origen ha sido siempre multiétnico, integre y respete a los que han llegado a nuestra tierra buscando una nueva vida. La multiculturalidad es una de las riquezas que han formado parte de nuestra identidad nacional y que hoy algunos quieren desconocer. Nuestra tierra, ha sido un lugar de encuentro, y deseamos que Chile siga siendo un país de hermanos.

Una patria donde se encuentren los ancianos y los jóvenes, los obreros y empresarios, los civiles y uniformados, los pueblos originarios con los mestizos y emigrantes, los que profesan distintas opciones ideológicas, políticas, religiosas, culturales y sociales. Una Patria de encuentro entre los fundamentos de nuestro pasado y los sueños de futuro. Una Patria de encuentro, en que los enfrentamientos del pasado reciente, den paso a proyectos comunes sin excluidos ni exclusiones.

3.3 Detenernos al lado del camino, para descubrir a personas con rostro concreto, que necesitan de nuestro amor y solidaridad. Los desechados del camino tienen  diversos rostros. Son los ancianos, aquellos que poco a poco van siendo los marginados de sus familias y de la sociedad…

Lo mismo sucede con los niños vulnerables, llevan años esperando la nueva ley que les otorgue mejor protección y cuidado…   La naturaleza, que es nuestro medio ambiente, nos pide trabajar para cuidarla, pues el mundo y nuestro país es la “casa común”, que el Creador nos ha regalado…   Somos un país, de migrantes. Ahora vivimos una migración de hermanos que vienen de países latinoamericanos que, por situaciones económicas y políticas, han debido abandonar sus países y los vemos llegar a nuestra tierra buscando una mejor calidad de vida. Nuestro desafío esta integrarlos, eliminar nuestros prejuicios y hacer que ellos sientan que en “Chile quieren al amigo cuando es forastero”…

4. Una vez más la Patria nos demanda nuestra responsabilidad cívica en las próximas elecciones del 21 de noviembre, allí acudiremos con responsabilidad y emitiendo nuestro voto con clara conciencia de estar colaborando en la obra del Reino de Dios.